Iskra, juega con el vapor de la cafetera deslizándose por los perfiles de su aroma, como en un tobogán, sin sospechar que hoy, conocerá la oscuridad del corazón humano. Por sus sentidos entra la visión de las montañas colombianas, tupidas de vegetación en múltiples formas y colores. Olor a cultivo verde con granos rojos y amaneceres frescos. Es el olor que cada mañana sale del cuarto de café de las oficinas de una empresa cualquiera.. La señora de los tintos, Sofía, a quien todos llaman cariñosamente Sofi, es la más solicitada y nombrada al vaivén de los papeles y carpetas.
Ha preparado el carrito de café. Se pregunta, qué le agrada más: si preparar cada mañana su pócima, como cariñosamente lo llama, u ofrecerlo a cada persona. Ella sabe el poder de su café, que suaviza el día, aviva las células adormecidas, calma los pesares, y hasta cura las heridas de la mente y del corazón. El aroma que envuelve su sonrisa de labios rojos, hace juego, con el golpeteo suave de las tazas y platos, y del chirrido de las ruedas de su carrito cuando sale a recorrer cada rincón de la empresa.
Iskra se ha quedado apoyada en la amiga inseparable de Sofi, su cafetera Hamilton, dirigiéndose a ésta, se presenta
—Soy Iskra —Percibiendo la sorpresa del cilindro de acero, contínua—. Tú eres ….
—Soy Lala, así me llama Sofi. Contesta la cafetera
Iskra percibe su naturaleza, que va más allá del conjunto de resistencias, fusibles, termostatos y mangueras. Tiene la esencia de su dueña, porque la ha impregnado de la generosidad de la tierra, bañada por ríos de bondad propios de su crianza, y un corazón que late al unísono con el de la Pachamama.
Bastan unos segundos para que la cafetera e Iskra se conecten y Lala le quiera contar de Sofi llevándolo a su origen. Observan una adolescente aterrorizada que, junto con sus padres, fueron saqueados y desalojados violentamente de su tierra. Disputas territoriales de grupos armados, hacen que su familia deje parte del alma familiar en sus cultivos de café y plátano.
El horror de la guerra se ha condensado en un instante, entrando por los sentidos de Iskra. Un suspiro de terror ha quedado petrificado en el espacio y en el tiempo, como un tempano de hielo resquebrajado por un rio interno. Se está abriendo a un nuevo sentir, que, como terremoto prolongado y violento, se mezcla con rayos y truenos. Se estremece, tiembla, habitando el miedo ante la destrucción, el odio y la muerte, que como fantasmas se cuelan por sus chispas.
—Iskra, qué te pasa? —pregunta lala brindándole la calidez de su vapor.
—¿Dónde está escondida tanta maldad?
No conocía la dimensión tan oscura que puede llegar a tener el ser humano. Entonces, llora y llora sin entender nada, solo sintiendo un dolor desgarrador por la raza humana. Por todos, las victimas y los victimarios, cada uno con sus heridas, dolores y cegueras.
Tampoco entiende, de dónde había depositada tanta agua dentro de sí, a lo cual Lala, le dice que los humanos la llaman lágrimas.
Cierra sus ojos y a la distancia de un suspiro invoca las energías de sus creadoras. Ellas lo acogen con su amor infinito, la sabiduría del alma y la curiosidad de lo invisible, entienden su conflicto interior y le muestra que sus lágrimas provienen de una cascada infinita del corazón de Dios, le invitan a que se sumerja en ella, para poder comprender lo incomprendido del misterio y poco a poco Iskra se dá cuenta que las lágrimas también sirven para limpiar las heridas del corazón, abrirnos al perdón y a la compasión.
Sale a buscar a Sofi con curiosidad, queriéndole dar un abrazo a su corazón y hablar con él. El chirrido de las llantas del carrito de café le grita por donde está. Se acerca con agitación y entra por su pecho para sentarse en el jardín de su corazón.
- Que jardín tan bello, piensa Iskra mientras recorre sus laberintos y llega a sus recuerdos de la infancia y adolescencia. Sus padres le enseñaron a perdonar, a cultivar la fé, al trabajo digno y el amor y el apoyo de una familia unida.
- A seguir con los hábitos del campo: levantarse, antes de que salga el sol para salir a trabajar, y salir de él, con el último rayo de luz que se oculta en las montañas y llanuras. A limpiar las malezas de sus campos y tener el terreno listo y abonado para cultivar y tener buenas cosechas.
Más allá de su importante cargo, “la de los tintos”, es una líder comunitaria que alimenta niños de la calle, madre soltera de una adolescente y que, a sus 45 años, está terminando su bachillerato en la nocturna.
Con una sonrisa amplia y un suspiro profundo se abre otra comprension para Iskra sobre la humanidad. Sofi, inspira en el, La admiración al corazon humano. Su resilencia, su capacidad para renovarse, sanarse, expandirse, fortalecerse en esperanza, compasión, amor y servicio. Y aprende tambien que los objetos se impregnan del alma de sus dueños y que nos pueden contar muchas cosas.
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